#Sonrisa

Hoy me puse mi mejor ‪#‎sonrisa‬ para salir a la ‪#‎calle‬. ¿Me favorece?
Ya me ‪#‎disfracé‬ para triunfar en la vida ¿Me queda bien?
A veces una sonrisa es una ‪#‎llamada‬ de ‪#‎Socorro‬ camuflada en ‪#‎valentia‬ .
Una ‪#‎mascara‬ ‪#‎artificial‬ para no preocupar a la cercanía.
Hoy voy con mi sonrisa puesta, no hay nada que me haga daño. No hay nada que temer.
HOY MATARIA MONSTRUOS POR TI… OTRA VEZ

image

νє¢ιησs (ρυєятα ¢ση ρυєятα) – ραятє ι

H

ace muchos años yo era un niñito con dientes de conejo, enormes mofletes, pelo graso y piel aún más grasa convirtiendo mi cara en un cuadro, ojeroso y de blanquecina tez, inseguro y muy tímido. Tengo la esperanza de que en estos 15 años aproximadamente haya cambiado algo en mí, por lo pronto, en lo que respecta a la inseguridad y timidez.

Desaparecieron con el paso de los años. Supongo que el vago recuerdo que puede tener él de mí será de aquella
época, pues no hemos vuelto a coincidir desde entonces, de hecho, hace quince años quizás cruzamos un par de frases, en honor a la verdad, él debió de decirlas, yo permanecí callado seguramente. Estoy hablando, como bien pensáis, de mi vecino. Un muchacho muy alto, el menor de cuatro hermanos. Hace quince años me hice muy amigo de mi vecina de abajo y paraba en su casa cada dos por tres para jugar o realizar diferentes planes, ella es la menor de tres. Su hermano mediano era muy amigo del vecino de al lado, efectivamente “el vecino”, con lo cual podríamos reunirnos en su casa una buena camada de hormonas. Recuerdo que él era mayor que yo, pues tenía más o menos la edad del hermano mediano de mi amiga y ésta ya era siquiera un par de años mayor que yo… osease, el chaval tendría unos cuatro años más que yo. Mi hermana mayor siempre sintió aprecio por ese muchacho, lo recordaba con cariño ya que ella es de la misma edad que su hermano mayor, sí, mi hermana y yo nos llevamos muchos años, y durante este tiempo ha preguntado por él cuando se encontraba con sus padres, mis vecinos. La cuestión es que hace un par de años, no recuerdo cómo surgió en la conversación este vecino, del que yo apenas recuerdo su enorme sonrisa y su imberbe cara aparte de un acento muy alejado al deje granadino. Decidí opinar que me, sabiendo lo que sé ahora, ese muchacho me parecía gay. Mi hermana me dio la razón con vaguedad. Mi padre en cambio puso el grito en el cielo.
Si estaba casado, como el resto de los hermanos. Yo no añadí nada más del tema. Se quedó en una simple anécdota…hasta hace un par de días. En una famosa aplicación, apareció muy cerca de mí un bombonazo en blanco y negro. Tras leer su perfil en inglés, me convencí para iniciar conversación en inglés también, consideré que sería extranjero de vacaciones como tantos otros.

Cuál fue mi sorpresa cuando su respuesta fue: “Hola vecino.”

A lo cual yo palidecí (más, sí, más). Mis neuronas intentaron hacer sinapsis pero me encontraba fuera de juego por esos preciosos labios.

Has crecido mucho” fue lo que añadió.

vecinosEso me daba unos datos fijos: Me conocía seguro, me recordaba. Si bien es cierto, mi cara no ha cambiado mucho, siempre he tenido la misma cara desde bebé, fácilmente reconocible, quizás se ha afilado con el tiempo y desapareció el acné, ¡ah! y cuido un poco más mi peinado. Me reconoció y yo no sabía quién era él.

Algo es cierto: tengo un instinto muy desarrollado y en la mente se me empezó a formar una ligera sospecha, pero no quería dejarme llevar aún por mi sexto sentido, así que hice una captura de la foto de perfil y se la envié a mi hermana, ella no parecía reconocerlo hasta que le comenté mis sospechas.

Continuamos hablando a cuentagotas (cuentagotas él, yo seguía pegado al móvil intentando descifrar su identidad) comprobé que se encontraba a unos metros de mí, con lo cual las piezas de mi puzle iban encajando. Me preguntó mi nombre, que no lo recordaba, y con razón, y al darme el suyo todo encajó. Era él, era “mi vecino”, aun siendo yo un adolescente que no tenía idea del mundo, mis ojos de loca no se equivocaban, ese muchacho cojeaba de la misma pierna que yo.

¿Recordáis la timidez de mi adolescencia? Pues al quedar obsoleta le eché cara al asunto y le pregunté si le parecía raro que le invitara salir a cenar una noche, teniendo en cuenta que solo iba a quedarse una semana de vacaciones ya que volvería a abandonar el país para volver al trabajo. Me sorprendió respondiendo que estaría encantado. Con lo cual quedamos en un par de días que era cuando tenía libre, osea, hoy.

Estoy a media hora de quedar con “mi vecino”, un vecino hiper mega buenorro que recuerda al niñato que fui hace quince años.

El desenlace de esta curiosa historia próximamente.

Con vuestro permiso me dispongo a disfrutar de una buena cena en buena compañía.

¡Deseadme suerte!

єη¢υєηтяσ ιηєsρєяα∂σ

Esto ocurrió semanas atrás, cuando volvía de un viaje de negocios a una ciudad vecina, escogí el Blablacar como método de transporte. Un conductor muy amable nos condujo a mí y a un italiano de vuelta a mi ciudad natal. Mi consciencia me hizo acompañar al muchacho hasta su destino, ubicado en la estación de autobuses. La historia de este muchacho era la siguiente: El año anterior había vivido un erasmus en mi ciudad y allí se había ennoviado de una linda andaluza. Pero desde donde nos dejó el amable conductor hasta el lugar determinado para ver a su amada distaba muchos kilómetros, con lo cual decidí montar en el bus con él e indicarle la parada apropiada, la mía era antes. Pero en el trascurso del viaje pensé en lo poco que me esperaba esa tarde y decidí conducirlo hasta el mismo lugar, para que no hubiese pérdida alguna. Estuvimos hablando animadamente en el autobús y atrajimos la mirada de curiosos y extraños a los que yo no les di mayor importancia que la de un simple vistazo. Tras dejarlo en la estación de autobuses subí hacia casa, tras la ducha observé que en una aplicación de mi móvil aparecía un mensaje, al parecer, de un pasajero del autobús que habíamos compartido. No recuerdo exactamente cuál fue su mensaje pero venía siendo a que se sintió atraído hacia mí y decidió probar suerte para ver si me encontraba vía internet. Así lo hizo, yo lo recordaba vagamente, no habría reparado en él más de un segundo, el italiano me tenía muy entretenido con su charla. Le propuse tapear por la zona y volver a vernos (volver para él, refrescar la memoria para mí). Vivíamos muy cerca, con lo cual no pasó mucho rato hasta que nos encontramos y pude reconocerlo (su foto de perfil distaba un tanto de la realidad). Tapeamos, charlamos, nos besamos, y acabé entre sus sábanas. La madrugada me ocultó de los ojos ajenos y llegué a casa de madrugada tras un sabor de helado de mora en los labios. Recostado en cama pensé lo inesperado que había sido aquel encuentro. Alguien que te ve en un autobús, le gustas, te busca por la red, te encuentra, quedáis, tapeáis, etc.
Son cosas de la vida que suceden de esa forma. Bus. MilánBien podría relatarlo cual comedia, cual romance, cual… qué más da,
tal y como se cuente… la realidad siempre supera a la ficción, esa noche me quedó claro.

Si os preguntáis si he vuelto a verlo, la respuesta es no.

Firmado: Anónimo.

¿qυιєяσ?

Quiero esos besos a medianoche, lo cuales impiden que me convierta en calabaza al dar las campanadas en el reloj,
Gay kissquiero esos abrazos en un concurrido local, entre susurros cómplices que animan mi tristeza haciéndome olvidar la música, la gente y el lugar.

Quiero sentirme especial a través de sus ojos, ser alguien de valor por ser amado por quien saca lo mejor de mí cuando estamos juntos.

¿Quiero o necesito?… A veces olvido la diferencia

ηυєsтяσ ρяιмєя вєsσ

D

isfruté de ese beso, el primero que nos dimos, aquel beso por el que me dejé llevar aquella noche.

 

El momento no podía ser más propicio, la noche invitaba a dos amantes a besarse en aquel lugar prohibido, bajo la luz de la luna con las vistas de toda la ciudad a nuestros pies.

Aún recuerdo lo que pensé cuando me dijiste que para poder disfrutar de las mejores vistas de Granada debía atravesar un agujero en la pared en mitad de la noche, cual Alicia entrando en la madriguera, o bien saltar un enorme muro. Pensé que me tomabas el pelo hasta que vi como la oscuridad te tragaba por aquel pasadizo, y yo te seguí. Me raspé las rodillas pero después no me importó. Atravesamos un camino lleno de maleza de apenas 5 metros hasta alcanzar un peElviraqueño torreón semi-destruido (y cerrado al público).

Me senté en el borde del mirador y contemplé las vistas que me ofrecías, el arco de Elvira desde una posición envidiable, el resto de la ciudad a mis pies y el blanco albaicín a un lado cual grada observando el espectáculo que éramos tú y yo. Aquella noche te di nuestro primer beso, y aún siento tu sabor y tacto en mis labios. Me abrazaste con fuerza y perdí la noción del tiempo. Tuve que separarme de ti en un par de ocasiones porque la pasión nos podía conducir demasiado lejos, pasión que me arrastró a descubrir la suavidad de sus sábanas durante el alba.


Con aquel beso me enamoré de ti.

Con aquellas vistas deseé estar a tu lado.

Con aquella noche supe que te seguiría donde quiera que me llevaras.

Desde ese momento me has mostrado mil y un lugares de eterna belleza envueltos en momentos dulces y memorables, pero esa es otra historia…

sι ρяσмєтσ ησ νσlνєя

Si prometo no volver ya no habrá calor, sudor, ni piel.

Ni ropa ni trastos por doquier.

Polvo acumulado, ni conmigo Shanelle.

 

Si prometo no volver no habrá cargas al móvil, ni llamadas ni preocupaciones para quién.

Vended mi guitarra, uso no le doy. Guardad mis Blu-ray. Quemad mis apuntes y los regalos de mi dormitorio, donad mi ropa y lo demás… lo dejo a vuestro criterio, eso sí…. Si prometo no volver.

 

Si prometo no volver no habrá más tardes vacías esperando algo que no llega, no habrá cuartos, ni medias, ni horas enteras que observen mi mirada perdida. No habrá más contención de lágrimas sobre la almohada (o en cualquier otro lugar).

No habrá suspiros lanzados al aire expulsando el dolor de mi interior.

No habrá música, no habrá gritos, no habrá tatareos ni composición, no habrá entradas de este blog si prometo no volver.

 

No habrá otoño ni un año más en mi haber, no habrá futuro, ni clases, ni cursos ni nada que ver.

No habrá melancolía, no habrá recuerdos, no habrá preguntas sin resolver.

No habrá sentimiento de culpa por no haber tenido antes valor y aferrarme a algo muerto que muerto me ha dejado el corazón.

 

Si prometo no volver no habrá gente nueva, no habrá tapas, no habrá sonrisas, ni confidencias ni decepción al no haber una segunda cita, no habrá gomina, ni colonia, ni mi cepillo de dientes ni mi delgadez, pues si prometo no volver… si prometo no volver….si prometo no volver

Puertas ocultas

Hace calor, por eso dejo entornada la puerta, para que haga corriente.

Y la escucho crujir por el leve viento, pero no me atrevo abrirla por lo que pueda entrar… pero lo hago, me pongo a prueba, intento abrir la puerta de par en par para hacer frente a lo que hay tras ella y que la corriente de aire refresque mi habitación, pero me duele, me enfrento y me duele.

Mi cuerpo se tensa y obligo a mi mente a bloquear aquello que entra con brío en mi habitación. Acabo sangrando y volviendo a entornar la puerta.

Hay momentos en que me olvido de que no está cerrada… pero está ahí.

Y solo deseo que un día de éstos, al abrirla para demostrarme a mí mismo que ya no habrá nada que me hiera, se haga realidad ese deseo.

 

Alivia mi habitación con aire fresco. Huelo aire enmohecido que no consigo disolver.

 puerta entreabierta

P.D. hablo de una puerta oculta.

Últimamente…

Últimamente me ocurre algo con frecuencia: Los recuerdos y ciertos pensamientos se me atrancan en el corazón e instintivamente los saco con un profundo suspiro, así, imagino como el dolor que se ha pegado a estos recuerdos y pensamientos escapan al aire… y se pierden en la inmensidad del espacio sin que puedan regresar a mí.  De esta forma, estos recuerdos solo me hacen daño una vez… Antes de que los expulse de mí. Si se pronto escucháis un profundo suspiro… Es la limpieza de dolor que estoy haciendo a mi alma

Nunca, nunca (siempre lo supe)

NUNCA me tomaste en serio. ¿Alguna vez me quisiste?

Siempre fui el comodín.  No era de extrañar que algún día conocieras a alguien que te tocara un poco más que yo los sentimientos ya que NUNCA has dejado de buscar a ese alguien.

NUNCA  tomaste en serio nuestra relación, y aunque en mi interior tenía dudas de que funcionara, la venda del amor me impedía ver la falsedad de la relación.

Siempre te fui fiel, ibas por delante en cualquier aspecto, giré la cara una y mil veces hacia la tentación poniéndote a ti por delante, yo siempre te elegí,  iba a dejar mi mundo por ti. Tu infidelidad superé (aún no sé cómo aunque sí el por qué) e incluso te he puesto muy fácil el adiós tras dejarme un dolor que joder… macho  ¡Cómo duele!

NUNCA  fuiste para mí, la relación NUNCA fue como yo pensé que iba ya que tus mentiras ocultaban una simple verdad:

NUNCA me quisiste de verdad. No eras para mí (y yo siempre lo supe)

El problema soy yo

H

ace apenas unas horas encontré respuestas a las preguntas que me había formulado una y otra vez desde que me informaron del suicido de mi novia. No lograba comprender qué mecanismo se había puesto a funcionar en el interior de su mente para desencadenar el final que encontró.

Me eché la culpa a mí, se la eché a ella, se la eché a su familia, a clase, a los estudios, al mundo, a Dios… pero con mi reciente descubrimiento me di cuenta de que el problema no era la culpa, nadie la tenía, todo era producto de la soledad.

Encontré unos correos que habían sido programados para enviarse desde su cuenta a la mía con una periodicidad de 30 minutos. Así, en estas dos horas, he recibido cuatro correos, el último hace apenas un rato. He aquí su testimonio.

 

Hoy es (5 días antes del desenlace), y me encuentro maniatada. Maniatada de pies y manos, intento luchar contra este sentimiento que me envenena pero es en vano,  a cada rato mi estómago me golpea fuertemente recordándome sin cesar que no estoy bien, no me siento bien y me estoy quedando sin fuerzas. Soy Megan y tengo 29 años. Una estudiante que prepara la tesis doctoral, a escasos quince días la expondré, no me siento más nerviosa de lo habitual por ella, he trabajado mucho y me siento segura con mi trabajo. Me siento exhausta porque ha sido un ritmo de trabajo fuerte y constante durante muchos meses, tantos que no llevo ya la cuenta. Pero en breve pariré mi tesis.

Tengo amigos, a veces salgo más, otras veces menos… aunque últimamente me engaño con que no salgo tanto y mi vida social es bastante escasa por mi dedicación a la tesis, pero sé que no es cierto, es una excusa que me invento para no hacer frente a la soledad que siento. Tengo amigos, a los que veo poco, salgo poco, un novio que me quiere y se interesa por mí, no tiene una vida especialmente ajetreada, supongo que como la de todo el mundo, el problema soy yo, la mía es demasiado escasa. Cuando alguna vez he querido su apoyo y he comenzado a dar vueltas a la idea… él siempre ha sido muy tajante, suele darme caña cuando más vulnerable me hallo, sé que no es por ningún motivo, es su carácter, él es así. El problema soy yo.

Mi familia ni siquiera sospecha de esta sensación que nace en la boca del estómago y se expande por todo mi cuerpo, psicosomatizo las situaciones y ésta, que me afecta abismalmente, no deja de ser una excepción, el proceso es el siguiente: Mi cabeza busca el recuerdo para herirme y manda una señal a mi estómago que me golpea el alma; en ocasiones se salta el paso mi cabeza y comienza con el estómago directamente; después comienzo a transpirar y mi corazón se acelera lo suficiente como para notar su bombeo en mi sien y en mi pecho, mi temperatura baja y noto frío, las manos heladas y empiezan a castañearme los dientes por mi destemple corporal. En esas situaciones tengo que tumbarme en la cama, o sentarme en el suelo, buscando la intimidad donde me encuentre, abrazarme fuertemente y ahogar las lágrimas en mis rodillas, las cuales muerdo para no romperme. Pero luego pasa y solo me quedo vacía. Por ello intento llenarme con la tesis, películas en mi portátil, música alta o un paseo con mi can por el campo. Al principio pensé que sería pasajero, una mala racha, situaciones que me hacen sentir mal, pero cuando empecé a darme cuenta de que muchas actitudes de la gente me dolían supe que el problema no eran ellos, el problema era yo.

Hoy es día (3 días antes del desenlace), redacto esto porque he encontrado el documento que escribí hace un par de días y me gustaría completarlo, no sé si sirve para algo, aunque en el fondo anhelo que funcione como terapia y desaparezca este dolor que siento dentro. Recapitulando el día de hoy me vuelvo a sentir sola, física y emocionalmente, no logro incorporarme al carril de alguien para sentir compañía en mi trayecto por la vida, me siento distante de todos, no encuentro símil entre el mundo y yo, por ello sé que yo soy el problema. Mi novio está cada día más ensimismado en su propia vida, viviendo en una pompa que no le permite ver que la situación real no es tan idílica como él piensa aunque la culpa es mía por no deshacer el nudo de mi garganta para confesarle que me siento mal. A mis amigos llevo sin verlos semanas, de vez en cuando alguien me llama para contarme un fabuloso plan que tiene… sin mí.

Creo que hoy me siento fuerte como para ponerle nombre a esto: tengo depresión, sufro un cuadro depresivo, he buscado un rato por la red, he clasificado lo que me parece basura de la verdadera información útil y sin reparos acepto esto. El problema es que… en toda mi vida he sentido de forma esporádica, en temporadas flojas, la idea de acabar con esto. Empezó en mi adolescencia y por ello no le concebí mayor importancia, son cosas de adolescentes rebeldes que no se sienten cómodos con el lugar del mundo que le ha tocado vivir, el caso es que yo no siento un hueco para mí en este mundo, por ello, sé que yo soy el problema. Sobredosis de somníferos ha sido mi final favorito, indoloro, incoloro, duermo y muero, no despierto. No podría con la asfixia y no tengo valor para cortarme las venas aunque sé que una vez hecho la espera es dulce, placentera y duermes, pero tengo miedo de no ser fuerte siquiera para ello e intentar arreglarlo en el último momento. Y luego está la forma más fácil y rápida, precipitarme desde mi azotea. Soy cobarde hasta para tomar una decisión radical sobre cómo acabar con este problema. ¿Qué pensaría mi novio si supiera todo lo que siento?

Hoy es día (1 día antes del desenlace). He vuelto de tapear con unos amigos que también exponen su tesis en estas semanas, hacía tiempo que no los veía y me ha sentado bien, he intentado ser positiva, disfrutar de la situación, aprovechar la tarde pero mi estómago implacable me ha vuelto a recordar la sombra que me acompaña, aquello es solo una raya en el agua, muchas horas en soledad no se solventan con un tapeo, no es culpa de ellos, el problema soy yo, por pensar como lo hago y por sentir como siento. O por no decir lo que pienso y siento.

Retomando la pregunta de mi anterior…diario, creo que podría llamarlo así, pienso que mi novio me dejaría, pensaría que estoy loca, lo cual quizás sea cierto, ya no soy capaz de saber si estoy cuerda o no, quizás la mayor parte del tiempo lo esté y en contadas ocasiones se me va la cabeza, o al revés, no sé, la cordura es confusa para mí. Creo que se alejaría de mí porque mis problemas no pueden ensuciar su perfecta vida. Soy horrible, lo sé. No siento lo que he escrito, quizás siento celos de no tener la vida que él tiene, me siento mal porque me siento sola estando con él, quizás quiero más dedicación y tiempo, quizás soy una niña malcriada y estúpida que necesita constante atención para sentirse bien. Quizás solamente me siento sola y no sé cómo arreglarlo. Y por ello tengo pensamientos crueles y despiadados hacia otros y hacia mí.

Si pudiera decirle algo a mi novio sobre cómo me siento sería “Te echo de menos”. Él, al leerlo, lo interpretaría como una frase cariñosa como “te quiero”, una frase que se lanzan una pareja para demostrar afecto y cariño, pero mi frase guarda otro significado, está camuflado un grito de ayuda para que me rescate de esta situación y sobretodo que me rescate de mí, porque estoy cerca de hacer algo de lo que no podré arrepentirme, ya que yo soy el problema.

Hoy es día (madrugada, una hora antes del desenlace) y he dormido bastante mal, mi noche ha sido como ver un bluray con recopilatorios sobre cortos de diferente temática, he soñado mil cosas diferentes, pequeñas historias inconexas que como única coincidencia me tenían a mí como centro del desastre. Me he despertado cansada, pero no por el sueño, sino por todo. Intento buscarle esa chispa al día, esa pequeña ilusión para continuar un día más, pero he pasado un largo rato reflexionando sobre ello y no he encontrado mi motivo, no tengo motivo, me muevo por inercia, vivo por inercia y dolor, dolor a la soledad que me hace sentir miedo, envida, celos de la vida de otros cuando realmente el problema soy yo. Y no sé cómo, supongo que improvisaré, pero voy a acabar con el problema hoy. Estoy decidida, es la primera vez en mucho tiempo que me siento tan decidida a hacer algo, la ironía es que ese algo es quitarme la vida.

 

Y no hay más de ella, solo esos cuatro emails cada vez más cortos pero más directos y oscuros. El tener las respuestas no te quita el dolor, el conocer los hechos y los motivos no te exime de sentirte culpable por ello aunque como dijo “el problema era ella”. ¿Cuánto de verdad había en ello y cuánto fue un poco culpa de todos? ¿Podría haberla ayudado a salir de ello o habría huido cuando me lo hubiese contado? Esas y mil preguntas más nunca serán respondidas, y solamente me quedan esos cuatro emails que decidió enviarme una vez escritos de forma programada tras su muerte.

¿Cómo murió al final? Saciaré vuestra sed de morbo contestando de la siguiente forma: Murió al rompérsele el corazón.

¡Esto es la guerra!

—Y van y vienen mis tazos a por ti. Ten cuidado que los tuyos voy a conseguir.

—Presumida, si no logras ninguno voltear el premio será para mí.

Atentos a la jugada medio patio se halla, la tensión en el ambiente es rasgada por el aliento contenido.

Ninet lanza con moderada fuera su tazo de Looney Tunes contra las torres no demasiado inclinadas de Robb. Éste muerde la uña de su pulgar rezando a los superhéroes de Marvel que su amiga y compañera de clase no consiga su fortaleza derribar, pues muchas bajas tendría en su preciada colección.

Uno, dos, tres… los segundos vuelan junto al tazo y aterriza rozando la base de una enorme torre pero solo eso, roce y despedida. Bye-bye tazo.

Ninet comienza a derramar lágrima de pena y Robb se le acerca con un clínex para sus moqueras.

—La próxima vez. —le sonríe dándole uno de sus tazos preferidos.

La niñita lo coge con gusto y con una enorme sonrisa en su cara se lo enseña a sus amigas que gritan y chillan por el tazo tan bonito.

 

Más vale contentarla con algo si quiero seguir jugando con ella. —se dijo a sí mismo.

Tazos de Looney Tunes

Mi historia animal

A causa del generoso corazón de mi padre y a una especial sensibilidad hacia los animales que yo heredé de él, por mi casa han pasado multitud de animales que hemos intentado curar como si de una clínica se tratase.

Si hecho la vista atrás puedo recordar pérdidas significativas, pérdidas que no deberían ser tan relevantes por la corta estancia en mi vivienda de esos animalitos que aún recuerdo, sin embargo, no puedo evitar acordarme de ellos.

Por ejemplo Kira. Kira era una gatita que fue atropellada por un coche en nuestra calle, mi padre la recogió porque era muy pequeña y la oía maullar. En términos vulgares puedo describirla como reventada, tenía una barrigita muy linda, pero inflamada por el golpe que la había dejado sin movilidad en las patitas traseras. Es la gatita más linda que yo he visto en mi vida, desde el primer momento se ganó mi corazón jugando con sus patitas delanteras con el cordón de mi sudadera. Escribiendo esto ahora mismo no puedo evitar derramar lágrimas por ella. En cuanto llegó a casa le puse un cesto con cojines y le di de tomar leche tibia que bebió en un pis pas. Cuando llegaba del colegio me acercaba a ella, la cogía y la colocaba en el sofá y ella se arrastraba hasta mí, aún recuerdo su pequeño maullar. Tengo fotos de ella guardadas en alguna parte de mi habitación, eso me ayuda a no olvidarla aunque sin ellas tampoco podría. Siete días, ese fue el tiempo que estuvo en mi casa, las siete vidas de Kira las compartió conmigo en siete días. Fui la última persona a la que vio, la última que la acarició y la última que se quedó con ella para cerrarle los ojitos al morir. En mi primer intento, pensando que todo había acabado, los volvió a abrir para echarme un último vistazo, un leve “miau” y un no volver a cerrarlos más hasta que yo lo hice por ella. La acaricié hasta que no vi vida en ella y hoy muchos años después, recuerdo a Kira como la gatita más linda y bella que jamás tendré, blanca y con unos ojos azules increíbles.

La nostalgia de esta dura entrada para mí llega con el reciente acontecimiento de hace unas horas, hace unos días, tres, cuatro… no sé, mi papa trajo un pequeño pajarito, un gorrión que había caído del nido ubicado en un agujero de la pared y se encontraba junto a un  coche, si no lo hubiera recogido, hubiera muerto, aún no tenía ni plumas. No es la primera vez que criamos a pájaros pequeñitos, pues hace muchos años, se calló un niño de verderones en Montefrío, el pueblo de mi papa y criamos a todos los hermanitos. Con éste pensábamos hacer igual pero era excesivamente pequeño, siempre tenía hambre y el buche muy pequeño, así que le dábamos leche con pan con frecuencia y en pocas cantidades, siempre tenía hambre. Cuando nos veía la cara abría la boca pidiendo más y más, era muy gracioso, incluso cantaba escuchando a los pájaros que mi papa tiene en la terracilla, yo pretendía que se convirtiera en uno de ellos, le estaba cogiendo mucho cariño, lo ponía en el brasero para que le diese calor, entre las sayas para que durmiera mientras lo acariciaba y le limpiaba el nido para que estuviese cómodo pero esta mañana, al darle de comer respiraba con dificultad y no hizo ademán de coger la comida cuando se lo ofrecí, en ese momento mi papa lo cogió y descubrió que estaba frío, al ponerle un nido más grande para que se escapara y muriera de frío en la jaula, fuera del nido, habíamos cogido uno más grande, pero claro… él solo, con las plumitas que le estaban saliendo… al parecer no aguantó la noche y ha muerto hace un rato en las manos de mi papa y yo me encuentro muy triste escribiendo esto. Le quería llamar Lucky, afortunado, (todavía no era oficial) porque yo pensé que había tenido suerte al ser encontrado por mi papa y ser salvado de una muerte prematura, pero al parecer no pudimos hacerle escapar de su destino, esta vez no lo conseguimos. Y lo siento mucho porque le estaba cogiendo mucho cariño, era muy lindo y gracioso. No puedo decir más de él, es duro.

Por nuestra casa también pasó la paloma Antonio que mi padre curó de un ala rota y pudo echar a volar y creo recordar que un par de pájaros más que también los echó a volar.

Mi papa también rescató a un perro abandonado que había salvado de ser atropellado por el autobús indicando al conductor que frenara para cogerlo. No recuerdo su nombre y lo he intentado, solo recuerdo el mote que le puse de crío “el perro que le tiene miedo al mundo”. No sabemos que tipo de experiencias sufrió el perrito, pero lo marcaron para siempre, muy muy temeroso en el tiempo que pasó con nosotros, creo que un par de años, no terminó de perder nunca el miedo. Siempre acobardado. No era un perro especialmente lindo, pero su fragilidad lo convertía en alguien muy tierno. Con los dientes hacia fuera, con pinta de caniche con la nariz hundida y unos bucles blancos y negros que en verano pelábamos igual que a mi perra para que estuviese fresquito y quedaba reducido a un león en miniatura, todo el cuerpo rapado excepto la cabeza. Hacía mucho tiempo que no pensaba en él, tampoco recuerdo cómo se marchó de nuestra vida, si se puso enfermo, si se escapó… no, creo que escapar no, tenía miedo siempre, estaba paralizado por mucho mimo que yo vertía sobre él. Peguntaré para ver si puedo completar mi laguna con eso.

Por supuesto que también recuerdo otras ausencias, no de animales que intentamos salvar de la calle, sino de animales que planificamos adoptar. Como mis jerbos, lo pasé realmente mal cuando hace unos años murió Claus, también recuerdo todo lo que hice para salvar a Claudia, su pareja. Cinderella también murió, y el hijo de uno que tenía mi hermana, uno tigrado precioso y que es horrible que no recuerde su nombre en este momento porque fue, tras Claus, mi debilidad. Todos muertos, esos seres son muy sensibles y tienen enfermedades espantosas aparte de que su ciclo vital es muy corto.

Laica, que murió porque le dio azúcar y se quedó ciega, una de las perras más nobles que hemos tenido nunca, de la que me llevo un recuerdo inmejorable, hija de Bella, una perrita que se volvió cruel cuando decidimos quedarnos también con su hija y tuvimos que darla porque le hacía la vida imposible y se volvió arisca con todos. Bella fue un regalo de unos vecinos cuando apenas era una bolita peluda en la palma de mi mano. Años antes tuvimos a nuestra primera perra, Chata, contaba yo con unos cinco años, nunca había tenido perro y me daban miedo, recuerdo la noche en la que mi padre la trajo del pueblo que se la había dado su tío, corrí por toda la casa huyendo de ella y la pobre detrás de mí pensando en un juego, incluso recuerdo un amargo y corto momento con la puerta de la cocina a consecuencia de las huidas de mi hermana, fue la primera vez que vi llorar a un animal y en ese momento, treinta minutos después de conocerla, algo cambió en mí y decidí no tener miedo porque me dio pena y quería cuidar de ella. A la mañana siguiente nos despertó, mi padre abrió la puerta de nuestra habitación y la perra comenzó a hacernos fiestas. Esa belleza rubia ocupa un lugar especial en mi corazón por ser mi primer animal doméstico. Tuvo camada y nos quedamos con un macho, como mi papa quería, no hemos vuelto a elegir un macho entre nuestros perros (A excepción del “perro que tenía miedo al mundo”. Acabo de recordar que orinaba como una perra, no levantaba la pata). Fliper tenía la lívido demasiado alto para ser un perro familiar en una casa de niños, la época de celo era horrible y era muy desentendido la otra parte del tiempo. Fliper se escapó un día cuando lo sacaban a pasear, lo estuvimos buscando durante semanas, y mi padre creyó verlo vagando por el barrio alguna vez pero nunca estuvo tan cerca como para cerciorarse que era él y que volviera con nosotros.

 

Como veis, nuestra historia animal está llena de altibajos, intentamos con todo el cariño y voluntad del mundo, pero no siempre lo conseguimos. Y siempre que ocurre le digo a mi padre que no quiero que traiga más animales a casa. Por un pájaro de cuatro días he estado llorando… mi sensibilidad con estos temas roza lo insano y no quiero pasar más malos ratos, pero cuando trae algo, no puedo evitar intentar encargarme de él y darle los mejores cuidados.

 

Ahora mismo, como miembros de la familia contamos con 4 colorines y un periquito  amarillo (Melopsittacus undulatus), un macho, que le regalé a mi papa con una hembra azul que era un encanto, pero murió a los pocos días y se quedó el arisco macho que justamente compré para que la hembra no estuviera sola. Tenemos a nuestra queridísima yorshite terrier toys, Tormenta. A Crong, un conejo cabeza de león al cuidado de mi hermana y yo tengo a mi ojito derecho, izquierdo y medio riñón, uno de los conejos más listos del mundo (puedo demostrarlo), mi conejo enano belier, Shanelle, esa coneja negra de nariz y barriguita blanca que todos los días me saca una sonrisa de una forma y otra (y también algún grito y disgusto cuando se escapa a la cocina a comer los cereales de mi perra porque es muy glotona y todo le viene bien).

 

Con esto cierro las emociones de la perdida de hoy, espero que me sirva como terapia, al menos lo ha sido para recordar a aquellos seres que sin nada a cambio, nos dan cariño por ser como son. No hay más noble que un animal, y su fragilidad los hace queridos y amados porque el instinto de protección es innato.

 

P.D. la entrada puede contener multitud de fallos, pero no voy a releerla para solventarlo, bastante duro ha sido escribirla, espero que comprendáis esos fallos.

Cosas de cama

Me encanta deshacer camas, luego hacerlas es otro cantar, como por ejemplo, la de mi habitación, empotrada contra la pared, tengo el cabecero pegado a la otra pared y los pies contra un armario, con lo cual, remeter todas las sábanas en su sitio es una proeza, sin embargo, es un esfuerzo totalmente necesario ya que para tener placidez en mi sueño necesito que todo esté completamente en su sitio, esa es mi manía confesable en la cama, la otra….ya sabes… inconfesable.

 

Tirarte sobre una cama en verano, caer sobre las finas sábanas que te hacen cosquillas por todas partes al dormir desnudo es un placer indescriptible. Leí hace tiempo un artículo que describía las ventajas de dormir desnudo, además de ser cómodo y eficaz (entiéndase entre líneas), aporta unos grados de autoestima al sentirte sexy durmiendo tal y como fuiste traído al mundo. A mí me encanta, qué queréis que os diga.

 

En cambio, en invierno, si no siento el peso de sabana, mantas y edredones encima, me siento raro, es por ello que me costó acostumbrarme a dormir con nórdico, algo que pesa poco y calienta mucho… se me hacía extraño estar templado y no enlatado.

 

El cambio de sábanas es algo que no controlo ni planifico, cuando mis sabanas me dan los buenos días es cuando decido que “un agua” no les viene mal.

 

Duermo con calcetines, sí, lo sé, es incómodo incluso para mí, pero más incómodo es dormir sin ellos y sentir el pantalón del pijama por la rodilla, es algo que no soporto, me pone muy nervioso y me incomoda, así que para evitar esa situación, utilizo los calcetines como pinzas de la ropa para mantener el pantalón en su sitio.

Hablando de cosas que me incomodan, los mosquitos. Aparte de comerme vivo si me descuido, el ruido en mi oreja, ese zumbido pequeño me altera como si hubiese encontrado una cabeza de caballo en mi cama (guiño cinematográfico). Siento que tiene su arma bien afilada y está dispuesto a usarla para convertirse en mi “hermano de sangre”, tardo poco en lanzarme a su destrucción, aunque me cuesta calmarme después, sigue latente en mí una manía persecutoria de su fantasma.

 

En fin, cosas de cama.

Senos, cosenos y casi la tangente

Siempre recordaré aquel verano en el que me enamoré de mi vecina María. La playa era un lugar maravilloso para enamorarse antes de que la tecnología nos invadiera como una plaga, eliminando el misterio, las relaciones sociales y la vida fuera de ellas. Ver la orilla sin necesidad de subir una foto a una red social para que todos vean en dónde estás, lo que estás haciendo y te inflen el ego a base de “me gustas” y comentarios super divinos.

 

Aquel verano mi padre nadaba a crol (o lo intentaba) antes de desayunar, me decía que le abría el apetito y que yo debía intentarlo si quería convertirme en un hombre, al parecer aprobar lo justito en el colegio no era suficiente para ello mientras hacía frente a dos abusones que me la tenían jurada recreo sí y recreo también desde la primaria. Ante sus madrugones, yo prefería sacar a Toby, nuestro caniche a pasear por el pueblo costero donde habíamos alquilado una casa durante todo un mes. El agosto del amor (como yo lo defino) no empezó muy diferente a los anteriores ni a los posteriores, pero sí hubo algo que cambió (y no solo hablo de la peseta al euro): conocí a una chica, la primera chica a la que pude verle los senos, los cosenos y casi la tangente o como yo lo llamo coitus interruptus. Mi sutileza se fue al traste cuando mi corazón comenzó a salírseme del pecho, y no fue lo único que casi se sale de su sitio al verla salir del agua fría del mar (no preguntéis cómo sabía la temperatura del agua sin haberme metido en ella, me lo chivó María sin querer con su bañador). Compartimos un libro, una toalla, una conversación y la promesa de volver a vernos por la tarde. Ese día el viudo de mi padre no comprendía el poco apetito que yo sentía. El resto de mi estómago estaba lleno de “Mari”-posas.

 

Besos, caricias, descubrimientos, casi sexo y unos pantalones manchados (los míos) no fue todo lo que saqué de aquel verano, me llevé para casa un corazón roto, el primero de muchos. No puedo ver “The Mummy 3” sin acordarme de ella y de aquellos momentos en el cine en el que intenté meterle mano pero ella se sentía sumamente atraída por Brendan Fraiser, el actor protagonista. No he vuelto a ver ninguna peli de él (y no lo tengo difícil porque no es un actor que despunte).

 

Mi perro Toby dejó preñadas a cinco perras de la zona, lo supimos cuando volvimos al año siguiente, el gachón no perdió el tiempo. Mi padre hizo lo propio con una viuda de la calle de abajo a la que frecuentaba para ver la tele por la tarde (ya…claro).

Respecto a mí no hay mucho que contar, aparte de la beca que conseguí al año siguiente estudiando como nunca para olvidar a mi Mari, creo que no le gustó el sur para veranear pues no la volví a ver.

 

Por eso odio a las momias, los bañadores (prefiero bikinis) y las matemáticas (Senos, cosenos y casi la tangente).

Confucio dice:

Tan inmerso se haya uno en sí mismo que desoye los “si necesitas algo ya sabes dónde estoy”?

Solo lo atiendes como compromiso en algunos casos, o como algo real en otros muchos. Pero en ambos dos, no te planteas la posibilidad de alcanzar esa mano amiga, es un resultado que no entra dentro de tu ecuación imaginaria de cómo resolver la situación.

Ya lo dijo nuestro amigo Confu hace algunos añitos…

 

“No hay error en admitir que tú solo no puedes mejorar tu condición en el mundo; para crecer, necesitas aliados con los que crecer juntos.”

Confucio

confucio Estatua En Yueyang hunan

La fascinación del bicho-bola

En mis diversas experiencias educativas con peques de corta edad, siempre me ha sorprendido algo que todos tenían en común… la fascinación por el bicho-bola.

Sí, hombre, ese pequeño bichito con el que todos hemos jugado llegando la primavera, ese ser gris formado por diversos aros que al tocarlo con el dedo (o con un palo) se encogía hasta hacerse una pelotita, una bola diminuta. En mi tierra se le llama así, Bicho bola o marranica, pero en otros lares se le puede conocer como cochinillas de humedad, chanchitos de tierra o bicho bolita. Pero todos esos nombres se refieren al mismo ser: A los oniscídeos (Oniscidea).

Niños y niñas del ciclo de infantil de diversos centros educativos, de diversas ciudades e incluso de diversos países sienten un interés curioso por este ser.

Esta tanto el amor que sienten por él que unos deciden adoptarlo como mascota ofreciéndole sus bolsillos como lujosa mansión, de la cual escaparán a la más mínima ocasión; normalmente en la asamblea después del recreo cuando están todos reunidos. Otros deciden embarcarse en la labor del coleccionismo, llenar cubos y más cubos de estos fantásticos bichos ¿con qué fin?…Quién sabe. Pero orgullosas y orgullosos lucen sus cubos frente al profesorado que los observamos desde cierta distancia. Sí, debo confesarlo, no soy fan de estos bichos cuando de pequeño sentía la misma fascinación que mis alumnos. ¿Qué ocurre? ¿Con la edad te van dando más asco los bichos con los que de pequeño jugabas? Apuesta tu cabeza a que sí. ¿Razón? Ni me la planteo.

Así que cuando llegue la primavera y estéis en un parque infantil… observar a los niños pequeños, seguro que os sorprendéis de ver el interés que despierta el bicho bola en ellos.

 

P.D.: Los gusanos de seda también son seres increíblemente interesantes para ellos y como herramienta didáctica nos viene que ni al pelo, ya que podemos explicar un ciclo vital completo en poco tiempo y con a los personajes en vivo y en directo (en vivo al menos la mayor parte del tiempo).

bicho bola

Cuestión de puzles

 

No sé si me dieron el dibujo erróneo del puzle que tengo que montar, o será que me han colado algunas piezas que no pertenecen al mismo y por eso se me quedan sueltas. Puede que incluso las piezas estén tan desgastadas por el esfuerzo de intentar unirlas que por los bordes rozados no encajen completamente donde deberían.

 

¿Con quién debo hablar para intentar reparar mis puzles?

Infidelity

Que fácil la infidelidad y que difícil el olvido y el perdón

lυ¢нα

 

Espíritus mancillados por traiciones ocultas vagan eternamente por la fortaleza de mis soledades, deseando ahogar su angustia en mi pena para transformarme en un ser desgraciado como ellos.

Mas al final de pasillo, la luz de la luna reflejada en el ventanal me indica el camino de la salvación eterna, armarme de valor, pues de los cobardes no se ha escrito nada, y luchar para alcanzar un destino mejor que el que me espera entre negras lágrimas de arrepentimiento.

мíяαмє вιєη, ρσяqυє єη υη sєgυη∂σ ρυє∂є qυє ησ єsтé

Me estoy descascarillando, me estoy agrietando y no dejan de echarme más maletas encima, el peso que soporto me está rompiendo y nadie parece darse cuenta.

 

¿Tan egoísta es la gente que no ve más allá de sus narices?

 

Cual porcelana se dibujan líneas negras sobre mi piel resquebrajada. Mis brazos están cediendo cual action-man bajo el peso de un pequeño niño que lo imagina luchando contra el mal en un universo demasiado grande para el pobre héroe.

 

No todo está a mi alcance, no soy Superman ni ningún otro superhéroe ficticio como Jesús o Xibalbá” me repito constantemente, pero eso no evita que intente dar lo mejor de mí para intentar solventar la situación. Sin embargo, solo no puedo, y las presiones del entorno cargando una mochila demasiado pesada para mí desfavorecen mi labor en mi contra.

 

Mírame bien, porque en un segundo puede que no esté.

Anteriores Entradas antiguas