El problema soy yo

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ace apenas unas horas encontré respuestas a las preguntas que me había formulado una y otra vez desde que me informaron del suicido de mi novia. No lograba comprender qué mecanismo se había puesto a funcionar en el interior de su mente para desencadenar el final que encontró.

Me eché la culpa a mí, se la eché a ella, se la eché a su familia, a clase, a los estudios, al mundo, a Dios… pero con mi reciente descubrimiento me di cuenta de que el problema no era la culpa, nadie la tenía, todo era producto de la soledad.

Encontré unos correos que habían sido programados para enviarse desde su cuenta a la mía con una periodicidad de 30 minutos. Así, en estas dos horas, he recibido cuatro correos, el último hace apenas un rato. He aquí su testimonio.

 

Hoy es (5 días antes del desenlace), y me encuentro maniatada. Maniatada de pies y manos, intento luchar contra este sentimiento que me envenena pero es en vano,  a cada rato mi estómago me golpea fuertemente recordándome sin cesar que no estoy bien, no me siento bien y me estoy quedando sin fuerzas. Soy Megan y tengo 29 años. Una estudiante que prepara la tesis doctoral, a escasos quince días la expondré, no me siento más nerviosa de lo habitual por ella, he trabajado mucho y me siento segura con mi trabajo. Me siento exhausta porque ha sido un ritmo de trabajo fuerte y constante durante muchos meses, tantos que no llevo ya la cuenta. Pero en breve pariré mi tesis.

Tengo amigos, a veces salgo más, otras veces menos… aunque últimamente me engaño con que no salgo tanto y mi vida social es bastante escasa por mi dedicación a la tesis, pero sé que no es cierto, es una excusa que me invento para no hacer frente a la soledad que siento. Tengo amigos, a los que veo poco, salgo poco, un novio que me quiere y se interesa por mí, no tiene una vida especialmente ajetreada, supongo que como la de todo el mundo, el problema soy yo, la mía es demasiado escasa. Cuando alguna vez he querido su apoyo y he comenzado a dar vueltas a la idea… él siempre ha sido muy tajante, suele darme caña cuando más vulnerable me hallo, sé que no es por ningún motivo, es su carácter, él es así. El problema soy yo.

Mi familia ni siquiera sospecha de esta sensación que nace en la boca del estómago y se expande por todo mi cuerpo, psicosomatizo las situaciones y ésta, que me afecta abismalmente, no deja de ser una excepción, el proceso es el siguiente: Mi cabeza busca el recuerdo para herirme y manda una señal a mi estómago que me golpea el alma; en ocasiones se salta el paso mi cabeza y comienza con el estómago directamente; después comienzo a transpirar y mi corazón se acelera lo suficiente como para notar su bombeo en mi sien y en mi pecho, mi temperatura baja y noto frío, las manos heladas y empiezan a castañearme los dientes por mi destemple corporal. En esas situaciones tengo que tumbarme en la cama, o sentarme en el suelo, buscando la intimidad donde me encuentre, abrazarme fuertemente y ahogar las lágrimas en mis rodillas, las cuales muerdo para no romperme. Pero luego pasa y solo me quedo vacía. Por ello intento llenarme con la tesis, películas en mi portátil, música alta o un paseo con mi can por el campo. Al principio pensé que sería pasajero, una mala racha, situaciones que me hacen sentir mal, pero cuando empecé a darme cuenta de que muchas actitudes de la gente me dolían supe que el problema no eran ellos, el problema era yo.

Hoy es día (3 días antes del desenlace), redacto esto porque he encontrado el documento que escribí hace un par de días y me gustaría completarlo, no sé si sirve para algo, aunque en el fondo anhelo que funcione como terapia y desaparezca este dolor que siento dentro. Recapitulando el día de hoy me vuelvo a sentir sola, física y emocionalmente, no logro incorporarme al carril de alguien para sentir compañía en mi trayecto por la vida, me siento distante de todos, no encuentro símil entre el mundo y yo, por ello sé que yo soy el problema. Mi novio está cada día más ensimismado en su propia vida, viviendo en una pompa que no le permite ver que la situación real no es tan idílica como él piensa aunque la culpa es mía por no deshacer el nudo de mi garganta para confesarle que me siento mal. A mis amigos llevo sin verlos semanas, de vez en cuando alguien me llama para contarme un fabuloso plan que tiene… sin mí.

Creo que hoy me siento fuerte como para ponerle nombre a esto: tengo depresión, sufro un cuadro depresivo, he buscado un rato por la red, he clasificado lo que me parece basura de la verdadera información útil y sin reparos acepto esto. El problema es que… en toda mi vida he sentido de forma esporádica, en temporadas flojas, la idea de acabar con esto. Empezó en mi adolescencia y por ello no le concebí mayor importancia, son cosas de adolescentes rebeldes que no se sienten cómodos con el lugar del mundo que le ha tocado vivir, el caso es que yo no siento un hueco para mí en este mundo, por ello, sé que yo soy el problema. Sobredosis de somníferos ha sido mi final favorito, indoloro, incoloro, duermo y muero, no despierto. No podría con la asfixia y no tengo valor para cortarme las venas aunque sé que una vez hecho la espera es dulce, placentera y duermes, pero tengo miedo de no ser fuerte siquiera para ello e intentar arreglarlo en el último momento. Y luego está la forma más fácil y rápida, precipitarme desde mi azotea. Soy cobarde hasta para tomar una decisión radical sobre cómo acabar con este problema. ¿Qué pensaría mi novio si supiera todo lo que siento?

Hoy es día (1 día antes del desenlace). He vuelto de tapear con unos amigos que también exponen su tesis en estas semanas, hacía tiempo que no los veía y me ha sentado bien, he intentado ser positiva, disfrutar de la situación, aprovechar la tarde pero mi estómago implacable me ha vuelto a recordar la sombra que me acompaña, aquello es solo una raya en el agua, muchas horas en soledad no se solventan con un tapeo, no es culpa de ellos, el problema soy yo, por pensar como lo hago y por sentir como siento. O por no decir lo que pienso y siento.

Retomando la pregunta de mi anterior…diario, creo que podría llamarlo así, pienso que mi novio me dejaría, pensaría que estoy loca, lo cual quizás sea cierto, ya no soy capaz de saber si estoy cuerda o no, quizás la mayor parte del tiempo lo esté y en contadas ocasiones se me va la cabeza, o al revés, no sé, la cordura es confusa para mí. Creo que se alejaría de mí porque mis problemas no pueden ensuciar su perfecta vida. Soy horrible, lo sé. No siento lo que he escrito, quizás siento celos de no tener la vida que él tiene, me siento mal porque me siento sola estando con él, quizás quiero más dedicación y tiempo, quizás soy una niña malcriada y estúpida que necesita constante atención para sentirse bien. Quizás solamente me siento sola y no sé cómo arreglarlo. Y por ello tengo pensamientos crueles y despiadados hacia otros y hacia mí.

Si pudiera decirle algo a mi novio sobre cómo me siento sería “Te echo de menos”. Él, al leerlo, lo interpretaría como una frase cariñosa como “te quiero”, una frase que se lanzan una pareja para demostrar afecto y cariño, pero mi frase guarda otro significado, está camuflado un grito de ayuda para que me rescate de esta situación y sobretodo que me rescate de mí, porque estoy cerca de hacer algo de lo que no podré arrepentirme, ya que yo soy el problema.

Hoy es día (madrugada, una hora antes del desenlace) y he dormido bastante mal, mi noche ha sido como ver un bluray con recopilatorios sobre cortos de diferente temática, he soñado mil cosas diferentes, pequeñas historias inconexas que como única coincidencia me tenían a mí como centro del desastre. Me he despertado cansada, pero no por el sueño, sino por todo. Intento buscarle esa chispa al día, esa pequeña ilusión para continuar un día más, pero he pasado un largo rato reflexionando sobre ello y no he encontrado mi motivo, no tengo motivo, me muevo por inercia, vivo por inercia y dolor, dolor a la soledad que me hace sentir miedo, envida, celos de la vida de otros cuando realmente el problema soy yo. Y no sé cómo, supongo que improvisaré, pero voy a acabar con el problema hoy. Estoy decidida, es la primera vez en mucho tiempo que me siento tan decidida a hacer algo, la ironía es que ese algo es quitarme la vida.

 

Y no hay más de ella, solo esos cuatro emails cada vez más cortos pero más directos y oscuros. El tener las respuestas no te quita el dolor, el conocer los hechos y los motivos no te exime de sentirte culpable por ello aunque como dijo “el problema era ella”. ¿Cuánto de verdad había en ello y cuánto fue un poco culpa de todos? ¿Podría haberla ayudado a salir de ello o habría huido cuando me lo hubiese contado? Esas y mil preguntas más nunca serán respondidas, y solamente me quedan esos cuatro emails que decidió enviarme una vez escritos de forma programada tras su muerte.

¿Cómo murió al final? Saciaré vuestra sed de morbo contestando de la siguiente forma: Murió al rompérsele el corazón.