Senos, cosenos y casi la tangente

Siempre recordaré aquel verano en el que me enamoré de mi vecina María. La playa era un lugar maravilloso para enamorarse antes de que la tecnología nos invadiera como una plaga, eliminando el misterio, las relaciones sociales y la vida fuera de ellas. Ver la orilla sin necesidad de subir una foto a una red social para que todos vean en dónde estás, lo que estás haciendo y te inflen el ego a base de “me gustas” y comentarios super divinos.

 

Aquel verano mi padre nadaba a crol (o lo intentaba) antes de desayunar, me decía que le abría el apetito y que yo debía intentarlo si quería convertirme en un hombre, al parecer aprobar lo justito en el colegio no era suficiente para ello mientras hacía frente a dos abusones que me la tenían jurada recreo sí y recreo también desde la primaria. Ante sus madrugones, yo prefería sacar a Toby, nuestro caniche a pasear por el pueblo costero donde habíamos alquilado una casa durante todo un mes. El agosto del amor (como yo lo defino) no empezó muy diferente a los anteriores ni a los posteriores, pero sí hubo algo que cambió (y no solo hablo de la peseta al euro): conocí a una chica, la primera chica a la que pude verle los senos, los cosenos y casi la tangente o como yo lo llamo coitus interruptus. Mi sutileza se fue al traste cuando mi corazón comenzó a salírseme del pecho, y no fue lo único que casi se sale de su sitio al verla salir del agua fría del mar (no preguntéis cómo sabía la temperatura del agua sin haberme metido en ella, me lo chivó María sin querer con su bañador). Compartimos un libro, una toalla, una conversación y la promesa de volver a vernos por la tarde. Ese día el viudo de mi padre no comprendía el poco apetito que yo sentía. El resto de mi estómago estaba lleno de “Mari”-posas.

 

Besos, caricias, descubrimientos, casi sexo y unos pantalones manchados (los míos) no fue todo lo que saqué de aquel verano, me llevé para casa un corazón roto, el primero de muchos. No puedo ver “The Mummy 3” sin acordarme de ella y de aquellos momentos en el cine en el que intenté meterle mano pero ella se sentía sumamente atraída por Brendan Fraiser, el actor protagonista. No he vuelto a ver ninguna peli de él (y no lo tengo difícil porque no es un actor que despunte).

 

Mi perro Toby dejó preñadas a cinco perras de la zona, lo supimos cuando volvimos al año siguiente, el gachón no perdió el tiempo. Mi padre hizo lo propio con una viuda de la calle de abajo a la que frecuentaba para ver la tele por la tarde (ya…claro).

Respecto a mí no hay mucho que contar, aparte de la beca que conseguí al año siguiente estudiando como nunca para olvidar a mi Mari, creo que no le gustó el sur para veranear pues no la volví a ver.

 

Por eso odio a las momias, los bañadores (prefiero bikinis) y las matemáticas (Senos, cosenos y casi la tangente).

∂єl вlσg α lα яєαlι∂α∂

N

o sé qué día es hoy, ni qué hora es, sólo sé que me encuentro en un soleado domingo de Abril.

Ahogándome me hallaba en la asfixiante burbuja de mi vida cuando busqué la liberación a través de una actividad que llevo varios lustros sin realizar… perder en el campo.

Con motivo de una entrada que escribí recientemente en el blog, de la cual me inspiré en mi infancia, tomé la decisión de regresar a Mi Árbol (quien leyese la entrada sabrá a lo que me refiero). Sentía curiosidad por comprobar si seguiría en pie tras tantos años y obras (como construir una carretera a escasos metros de él que une un pueblo del cinturón de Granada con la capital, más concretamente, con la zona de norte de la ciudad). Dejé el móvil en  casa, cogí la mochila que llevo usando diariamente para ir al hospital y la llené con una botella de agua (es importante hidratarse), el libro que me tiene absorto, El Ocho de Katherine Neville, un ejemplar del periódico 20Minutos del viernes y, por supuesto, mi mp3. No concibo mi vida sin música. ¿Canción? Durante el camino estuve escuchando la banda sonora en español de My Fair Lady (1964), pero al terminar no dejé de escuchar… un descubrimiento que me hace llorar si la escucho con atención: Come Un Pittore / Como Un Pintor, de la banda sonora de la película basada en el libro homónimo Roja como la sangre, blanca como la nieve (Lo mejor de la película es su soundtrack). El grupo que la canta es Modà, un grupo italiano de Pop/Rock. Curiosamente, investigando sobre la canción, encontré la siguiente información: Hacia el 2012 salió a la venta un CD Single promocional con cuatro tracks. La canción con la versión del álbum, y luego la misma canción a dúo con Jarabe de palo en diferentes versiones, una versión en italiano, una versión en español y una versión italo-española, una verdadera delicia este CD pues cualquier versión es buena ya que la letra apenas cambia puesto que del italiano al español solo hay un pequeño paso.

Tenía muy claro la dirección que debía tomar, pero no estaba seguro de la ubicación exacta ya que el entorno había cambiado bastante. Tras dejar atrás unas casas de nueva construcción, me adentré en un camino sin alambrada, el único de toda la zona, me daba la bienvenida una vieja escalinata con una farola en cada descansillo. La subí hasta arriba viendo a lo lejos lo que yo creía era “Mi Árbol”, desde aquella distancia me fue difícil constatarlo.

Saludé a un par de parejas de viandantes de mediana edad que habían pensado en pasar un día en el campo con este hermoso sol como yo.

Bajé una empinada colina y me topé de lleno con un auténtico flashback. Un pequeño riachuelo separaba mi situación del monte al que debía acceder. Mi recuerdo me llevó a los nueve o diez años de edad, junto a mi hermana, dos amigos del colegio y mi tita. En aquella época el riachuelo era un rio que transportaba una importante cantidad de agua. Para cruzarlo, unas veces construíamos una especie de puente con un gran tablón, que en épocas de lluvia se lo llevaba la corriente, y en épocas de menos caudal saltábamos sobre las piedras que sobresalían a flote. Lo que me encontré fue un pequeño panel allí mismo situado, atravesé el riachuelo dando un salto sobre la madera y ascendí por pronunciada e inclinada cuesta de “El Monte Sombrero”. Al alcanzar la cima, me topé con una carretera que no había visto en mi tierna infancia. Di un pequeño rodeo buscando la forma de alcanzar Mi Árbol.

Y al fin lo vi erguido frente a mí, seguía intacto, tal cual, alto y lleno de hojas, aguantando el peso de los años, algo que me cuesta más a mí que a él. Feliz de encontrarlo me acerqué con detenimiento y acto seguido inundó mi memoria el recuerdo de nuestro escondite secreto. Tuve que volver a dar otro pequeño rodeo ya que era un poco complicado acabar bajo el árbol. Justamente sobre el lugar indicado encontré un trozo de rama un tanto enmohecida, no pude resistirme a alzarla y recitar las palabras mágicas mientras me giraba observando la silueta de mi ciudad desde tan privilegiada posición. Usé aquel palo para retirar las hojas que reposaban junto a las raíces del árbol y escarbé un poco, no demasiado. Por un lado, ardía en deseos de comprobar si nuestros tesoros seguían estando allí escondidos, pero por otro lado, no quería desencantarme si descubría que ya no estaba allí (cosa que apoyo en afirmar tras el tiempo transcurrido y las obras realizadas tan cerca del árbol). Así que cesé mi actividad y quedé satisfecho de encontrarme allí. Enseguida, realizando una panorámica de la zona, recordé que más arriba había otro árbol especial, uno  al que me encantaba trepar, no tenía unas vistas espectaculares pero a su elevada situación, pero tenía una belleza mágica. Fue una epopeya llegar a él, más carreteras y caminos nuevos dificultaron mis intenciones. La elevación del terreno tampoco me lo puso fácil, pero quien la sigue, la consigue, y terminé sentado un rato sobre él, oxigenando cuerpo y mete con un sentimiento de terror de abandonar mi asiento y tener que regresar a la dura y cruel realidad de mi casa. Bajé de allí y busqué el sol bajo el manto de hierba y flores no me lejos de la sombra del árbol. Abrí la libreta que me compré en Birmingham hace cinco años cuando me encontraba allí realizando prácticas en una escuela infantil, y me dispuse a imprimir con mi letra estas líneas, fruto de mis recientes recuerdos acontecidos “in situ”.  La libreta, aunque con poco uso, ha viajado mucho y planeo que se convierta en testigo de mis viajes. Conforme escribiría me desprendí de la sudadera y más adelante la camiseta de manga corta, dejé que el sol impactara sobre mis desnudos hombres y que el suave viento acariciara las alas de mi espalda y mi pecho.

Esto se termina y me toca regresar al agujero solitario en el que se ha convertido en vida. Quizás dé un rodeo más antes de volver a casa. ¿Quién sabe?
Aquí queda recogido mi mejor recuerdo en semanas, nuevamente vivido solo.

 

P.D.: La belleza del momento se incrementa con un rebaño de ovejas y cabras a las que suscito interés y se acercan a mí. Mejor salgo corriendo antes de que decidan lo sabrosas que pueden ser las hojas de mi libreta.

ςσмσ υи ιиѕтяυмєитσ ∂єѕαfιиα∂σ (Como un instrumento desafinado)

Tócame como si de las teclas de tu viejo piano se tratase , como si mi cuerpo fuera tu pieza favorita, pero hazlo con cuidado, estoy desafinado y puedo dañarme y dañarte si no lo haces con precaución, acaricia dulcemente las cuerdas de mi desgastada guitarra (a la que yo llamo alma), si lo haces con fuerza puedes romperlas y quedaré mudo de emoción, y me muero por decirte que te quiero hasta que se me seque la boca, hasta que las nubes tapen el sol de nuestra felicidad. Dame aquello que te imploro a través del aria que suena en mi desgastado tocadiscos. Méceme con la nana de nuestro olvido para que recuerde que te quiero, te quiero y déjame decírtelo hasta que se me seque la boca, hasta que las nubes oculten el sol de la felicidad de nuestro amor. Guárdame en la funda para que no me moje cuando corras bajo la lluvia, llévame contigo aún en ese momento. Cuidado, no resbales con las lágrimas que podría astillarme. Tócame.

Hola, simplemente adiós.

ѕσмвяα єи ℓα αяєиα

Arena que se mueve

Arena que baila en mi pecho al respirar

Arena que dibuja mis pisadas en el mar

 

Arena que llena de fantasía mi pelo

Arena que me lleva a la toalla limpiar

Arena entre mis dedos mezo aburrido

Dibujando sombras al caer

 

Divertido ver mi brazo

Sombra en la cascada

Que resbala de mi mano

 

Arena curiosa que descubre ante mí

Esa arena divertida que nadie hace caso

Esa arena empalagosa de la que todos intentan deshacerse

 

Arena granulada que colorea las olas del mar

Que yo escucho sonar

Desde mi tumbona frente al sol de la mañana

 

Sombras en la arena dibujé

 

Sombras en la arena dibujé sin ti

¿у qυé?

¿Y qué si no puedo alcanzar las estrellas?

¿Acaso quiero cegarme con su luz?

¿Y qué si estoy en la Luna?

La gravedad acá es mejor que allá, sin dudar.

 

De mano a mano escribí esta carta.

¿Y qué si no te llegó por mail?

¿Has abierto tu buzón?

¿Qué te envió un beso?

Ya ves, lo hago de corazón

 

Wake up, despierta ya, ¿no?

¿Cuánto tiempo vas a vivir

A través de una ventanita como la del pc?

El mundo de fuera es mejor ¿no lo ves?

No lo hará si no dejas de mirar.

 

Allá fuera es lo que importa

Es lo real

¿Amigos? ¿Cuántos?

Qué más da

¿A cuántos puedes ahora mismo abrazar?

Ah, ok, no cuentes mas.

 

¿Y qué si no alcanzo a tu corazón?

¿No recuerdas que lo guardo yo?

єиαиσѕ ∂є נαя∂íи

Animando al desorden

Cascabeles de cristal

Se escuchan por los rincones

Sonar…

.

Son ellos, ya se ven

Esos enanos de papel

Travesuras, picardías

En la noche es todo risas

.

¡Purpurina, mojigato

Aquello que brilla es de espanto!-

Gritó el más avispado

Llamando la atención

Del más colorado

.

-A sus órdenes, caballerete,

Oh, señor maravilla

No se olvide de las semillas.-

.

-Descuida, compañero

En mi bolsa yo las llevo.-

Y más ancho y tan pancho

Como un pato, como un ganso

El enano comenzó

Con la siembra

¡Y ya acabó!

.

¡Qué jardín más hermoso hemos creado.-

-Y eso que Champiñón no nos ha ayudado.

-A ese enano golfo un buen tirón

De orejas le doy yo.-

.

Y silbó, y silbó y el enano apareció.

¿Dónde estabas, piltrafilla?

Necesitamos de tus cosquillas

Para arrancar lágrimas de risa

A las flores que crezcan

Con desorden hacia el sol.-

-Así pues empezaré mi bendición.-

.

Muy serio se colocó

Y cerrando los ojos recitó:

-Paponatus, enmendacus

Rastripejos, uruvielo

Con la fuerza de este encanto

Que ellas crezcan hacia el cielo

¡Hacia el cielo!

.

Bello y hermoso jardín

Se encontró Don Ramiro,

Sin pensarse ni pararse

Que unos enanos fueron los culpables

De aquella obra de arte

.

En la oscuridad de la noche.

Y no vayas a pensarte

Que a ti no te han visitado

semejantes seres

Que con trino y muy despacio

De tu jardín hicieron un palacio

.