Sonó el despertador demasiado pronto, aún no se encontraba lista para abrir sus ojos al mundo, aun así, hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para saltar de la cama, debía hacerlo de esa forma, sino nunca se levantaría. No era de esas personas que poco a poco iban desperezándose entre las sabanas y acababan abandonado la comodidad de la tibia cama para lanzarse al mundo real, ella tenía que hacerlo del tirón, como quien se lanza de bomba a la piscina.
Como una zombi y con cara de muy pocos amigos se arrastró hacia la ducha atravesando el pasillo y variedad de obstáculos como sillas, mesas y la jaula de su coneja. Una vez bajo el agua caliente, perdió cualquier atisbo de voluntad que le quedaba para realizar la tarea que se había auto encomendado ella misma. Sintió la calidez sobre su piel, el vaho inundando la pequeña habitación. Poco a poco empezó a entonar una melodía recurrente, le gustaba cantar en la ducha, realmente en cualquier lugar pero su cuarto de baño, especialmente, tenía una acústica impresionante, se escuchaba mejor allí que en ningún sitio, quizás por eso mucha gente canta en el baño, el ego aumenta con la acústica. ¿Fueron construidos con esa intención? Total, ya que te encuentras en el baño, aprovecha para alzar tu voz al viento.
Cuando tuvo que enfrentarse al gel de baño, el enfado saltó de su pecho. ¿Por qué demonios no inventaban un gel a temperatura ambiente? Estaba demasiado frío como para extenderlo por el cuerpo cálido condicionado por la temperatura del agua.
El segundo reto fue salir de la ducha, lo hizo como de la cama, rápido, sin pensarlo. Se hizo con la toalla y comenzó a secarse velozmente para poder vestirse con prontitud y no notar demasiado el cambio de temperatura. El pelo era otro cantar, aquellos bucles rubios no se secarían de cualquier forma, hizo lo que estuvo en su mano con la toalla y finalizó la labor con el secador.
Despierta, duchada y lista para la acción se hizo con su mp3, las llaves de casa y salió discretamente sin despertar a ninguno de los habitantes durmientes, ósea, su familia.
Empezó a calentar las piernas mientras esperaba al ascensor, en vista del poco tiempo del que disponía, acabose su paciencia decidió bajar por las escaleras, primero poco a poco, caminando, hasta que alcanzó el primer piso en modo carrera. Se hizo a la calle y sintió como el calor se desprendía de su cuerpo, la abandonaba y aquello la inquietaba, tenía que darse a la actividad si quería no sentir el cuchillo de la mañana.
Con una canción motivadora emprendió su marcha diaria, primero alcanzó el final de su calle y cruzó la carretera hasta llegar al parque que colindaba con su edificio, allí se encontró con madrugadores que sacaban a sus perros antes de ir al trabajo, o deportistas como ella que aprovechaban esas horas para soltar un poco de adrenalina (o grasa, según se diera la ocasión). Llegó al carril bici y reguló su carrera para mantener el ritmo. Tercera canción, pronto se acercaba el momento. Terminado el carril bici se acercó al paso de peatones y mientras esperaba a que el semáforo le diese la señal para cruzar, siguió manteniendo el ritmo de su marcha in situ, parecía como si estuviese realizando la marcha del pipi, intentando aguantarlo para no miccionar en medio de la calle.
Realizó un sprint en el paso de cebra y alcanzó su ansiada orilla.
Se desprendió de un auricular.
—Buenos días. —le sonrió él.
—Buenos días. —le respondió ella con la mejor de sus sonrisas.
Volvió a ponerse el auricular y se dirigió rumbo a casa, ya había cumplido con su rito diario.
En algún momento le diría algo más que ese “Buenos días”, en algún momento reuniría el valor suficiente para ello.
Opiniones sin censura