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C

uando la conocí no sabía que la vida daría tantas vueltas, ignoraba todo lo que nos acontecería desde el momento en el que sentí amarla hasta este justo instante donde recojo mis pensamientos en estas palabras frente a esta monótona pantalla de ordenador.

Esa mirada de soslayo cuando la descubres en medio de todo el gentío pidiendo una bebida isotónica a las tantas de la madrugada, en ese instante el corazón te da un vuelco y sientes lo mucho que te gusta. Amor a primera vista o química en momento cero.

Haciéndome de notar me coloqué detrás de ella alzando sobre su cabeza mi brazo con un billete mientras pedía a gritos mi bebida, nunca me había gustado colarme ni saltarme el turno en ningún sitio, pero en aquel momento me salió así, sin más.

Ella me dio un codazo e intentó alzarse, pero su reducida altura no podía hacerme frente. Vistos sus esfuerzos inútiles optó por la vía diplomática. Se giró y recogiéndose el flequillo detrás de la oreja alzó la cabeza y me sonrió forzadamente.

Perdona pero te estás colando.

En aquel momento el camarero cogió mi billete y señalándome mientras miraba debajo de la barra las botellas recitó mi pedido.

Añade lo que te pida la señorita.

Aquello hizo sonreír al camarero, debí parecerle ridículo por el uso de “señorita”. La muchacha se giró con gesto en duda y volvió a mirarme.

No hace falta, gracias. –añadió más calmada por mi amabilidad.

No es nada.

Ella se giró y pidió al camarero su bebida después volvió a mí y miró hacia el suelo un instante.

No hubo tiempo de mediar más palabra, pues el camarero llegó enseguida con nuestras copas. Golpeé suavemente su vaso contra el mío para brindar sin que ella lo esperase por la expresión que adoptó, bebí un pequeño sorbo y me marché de allí guiñándole un ojo. La dejé con la palabra en la boca, supongo que hubiera venido otro “gracias” o un “chin-chin”. No esperé a escucharlo. Aunque escuchar es una forma de hablar en vista del volumen de la música, no en vano nos hallábamos en una discoteca.

 

Puedo seguir describiendo la noche en la que conocí al que pensé sería el amor de mi vida, podría contaros que esa noche no paramos de reírnos, que la siguiente semana no dejé de pensar en ella en todo momento y el corazón seguía latiéndome con fuerza, podría deciros que dos años después estábamos viviendo juntos, trabajé como químico en una laboratorio canadiense 18 eternos meses, no porque me disgustase el lugar ni mi desempeño en mi empleo sino porque sentía que por culpa de la distancia la perdía. Y así ocurrió. La situación se hizo insostenible y alargué mi contrato otros 15 meses, ya no tenía nada en España.

Tres años y medio más tarde me encontraba en Alemania en una charla bastante aburrida sobre mi campo de investigación cuando recibí un email suyo. Durante todo aquel tiempo había cambiado de número, de casa, de país… como aquel que cambia de camisa, lo único que seguía siendo igual era mi email (y mi nombre, por fortuna). En su corto email me contaba que había encontrado mi dirección haciendo limpieza profunda y al acordarse de mí decidió escribirme para ver cómo me encontraba. Ni que decir queda que me largué de la monótona charla y me dispuse a contestarle vía Smartphone.

Los emails, al principio intermitentes, fueron cogiendo una velocidad diaria más o menos. Me contó que estaba viviendo con su novio, había sufrido dos abortos y se encontraba bastante deprimida, le habían dado de baja en el trabajo por ello y eso no hacía más que agravar su depresión. El novio se estaba cansado de ser rechazado una y otra vez en las proposiciones de matrimonio, ella me confesó que realmente no lo amaba, no lo amaba al darse cuenta de que no le daba todo el apoyo que ella necesitaba, para él los hijos era parte de un plan al que no daba mayor importancia, para ella la maternidad era algo muy deseado y esperado.

Rompió con su novio cuando fui a recogerla a su apartamento y me la llevé a Perú, lugar donde estaba trabajando desde hacía unos meses. Allí se oxigenó, incluso comenzó a cursar una carrera universitaria a distancia, aquel lugar la hacía feliz y su depresión por fin terminó en el momento en el que me brindó el mejor regalo que he recibido nunca, mi hija.

Podría contaros lo felices que fueron aquellos años viendo crecer a nuestra hija en aquel precioso aunque devastador lugar, pero no lo haré. Ella estaba tan sensibilizada con la situación del país que comenzó a trabajar en una ONG como voluntaria, aunque después ocuparía un puesto importante por su devoción a esa labor, un trabajo remunerado.

Mientras que mi contrato había terminado, seguía atado a ella por miedo a que la distancia volviera a jugárnosla, esta vez no podía perder aquello, ahora tenía una niña a la que amaba con toda mi alma. Pero siempre fui una persona muy activa y aquello me estaba marchitando, ella, que me conocía y sabía por lo que estaba pasando, pidió un traslado a España ocupando un puesto inferior dentro de la ONG para que yo pudiese acceder a un puesto de trabajo que me habían ofrecido.

Volvimos a mi país y pude mostrarle a mi niña todos los rincones de la ciudad en la que nací y crecí.

Podría contaros que aquello no salió bien, nuestros biorritmos y anhelos iban descompensados,  éramos capaces de girar la cara hacia nuestros deseos por ver cumplidos los del otro, pero una relación que crece en medio de la frustración no es sana. Al final decidimos que lo mejor era que cada uno tomara su camino, el amor se había enterrado en rencor, no rencor hacia el otro, sino hacia uno mismo por no ser capaces de tener la determinación de alcanzar nuestros sueños porque se interponían en lo que creíamos que era la felicidad de nuestra unión.

Mi hija tenía 17 años cuando sus padres dejaron de hablarse buscando su camino. Volvió a Perú a continuar con sus estudios allí mientras que yo regresé a Canadá. Ella… no sé qué fue de ella hasta hace unos tres cuartos de hora cuando he recibido la llamada de mi hija; con la que hablo unas pocas veces al mes. Me ha contado que su madre ha muerto en un accidente de coche de camino al trabajo. Desconocía los detalles pero una cosa era cierta: había muerto.

Colgué tras conocer el lugar y la hora del entierro y me dispuse a escribir esta misiva sin intención ni objetivo alguno que el de plasmar lo que se me pasa por la cabeza en este instante. ¿Un  recuerdo de su vida? No lo creo, podría haberlo enfocado de otra forma. ¿Un recorrido por mi vida? No, me he dejado demasiado en el tintero. Supongo que lo escrito aquí es para darme cuenta que la vida da muchas vueltas, nos ocurren tantas cosas a lo largo de ella… que solo podemos clasificarla por momentos, y eso ha sido ella para mí, momentos. Momentos buenos, malos, regulares, trágicos, cómicos… pero momentos al fin y al cabo. Recuerdo cuando la miré por primera vez, recuerdo cuando descubrí que la quería, recuerdo cuando dejé de sentir amor por ella, recuerdo cuando surgió la nostalgia de estar con ella y ahora ya no pude decirle que ha sido la persona más importante de mi vida. ¿Lo sabría ella? No sé cómo terminar esto, podría hacerlo con una frase mítica, épica, profunda o trascendental pero yo seguiría sintiéndome vacío, un hueco en el estómago mezclado con nerviosismo. Ya no está y no pude despedirme…

 

Así que lo hago a través de este texto que nunca leerás pero que me acompañará siempre. Adiós, mi vida.

ƒєlι¢ι∂α∂

Siempre hay mucho que no retorna a mí, para empezar el tiempo.
Ya huelo a primavera.
Sálvame del universo que me está dejando solo.
Abrázame con la corona de flores que hicimos aquella noche cuando nos escapamos de casa para hacer el amor en el incómodo coche de tu hermana mayor.
Esta alergia a primavera fue causa tuya, caigo en desesperación al contemplar como todo cambia, es que todo me abandona y me quedo solo.
Sálvame, por favor, salva aquellos días que compartimos juntos.
Sálvame, Dios mío, enséñame que hay algo bueno por lo que vivir… no tú, ni lo nuestro.
Sino algo dentro de mí.

Demuéstrame que la felicidad está en mi interior.

¿ιℓυѕιóи σ яєαℓι∂α∂?

No lograba entenderlo, ¿cómo era posible que mis padres; aquellas dos personas que se amaban más que nada en este mundo; se hubieran separado?

En mis noches de soledad, susurraba a la luna un cántico para unirlos de nuevo, pero nunca me escuchaba, así que pregunté a mi padre sin más dilación.

 

¿Qué fue lo que me dijo?

 

1. El amor es frágil (mucho se ama, mucho se odia).

2. Quien más ama, es el que pierde.

3. Amar no es suficiente.

4. La confianza es tan frágil y el veneno navega tan rápido…

5. No hay distancia corta ni oportunidad que no se precie.

 

No entendí esas palabras hasta 10 años después, cuando conté con una edad razonable.

Volví a hacer a mi padre la misma pregunta, pero ahora, temeroso de remover su dolor.

 

¿Qué fue lo que me dijo?

 

1. El amor es frágil (mucho se ama, mucho se odia).

-¿Por qué? –pregunté yo.

-Si no se cuida con mucho mimo y dedicación, se estropea. Una flor, delicada, cuidada con el mayor mimo del mundo, si le lanzas una roca, solo una, solo una vez, sale mal parada, por mucho mimo y cuidado que pusieras en ella.

-¿Te partió el corazón?

-Tu madre lanzó una sola piedra contra nuestra flor de 15 años.

 

 

2. Quien más ama, es el que pierde.

-¿Por qué? –pregunté yo.

-La fragilidad de un corazón que se abre por completo es tanta que solo sale herido aquel que se abre.

-¿Te partió el corazón?

-Tu madre me trató bien, tu madre me quería, pero era yo quien padecía,

 

3. Amar no es suficiente.

-¿Por qué? –pregunté yo.

-A veces en un libro hay demasiadas páginas amargas, solo páginas, pero que amontonándolas pueden dar lugar a capítulos amargos, y las páginas buenas no son suficientes para seguir leyendo el libro, pues el sabor de boca es amargo.

-¿Te partió el corazón?

-Tu madre escribía sus páginas sin contar con lo amargas que podían parecerme a mí.

 

 

4. La confianza es tan frágil y el veneno navega tan rápido…

-¿Por qué? –pregunté yo.

-La confianza, de eso estoy intentando hablarte, el dolor es tan rápido y puede llegar a ser tan profundo, envenenando todo tu ser, que quiebra una confianza, sea cual sea, marcándola cual estigma, cual cicatriz que no se va.

-¿Te partió el corazón?

-Tu madre no contó con que yo no era tonto y detalles (importantes para mí) fueron  envenenando mi ser y quebrando mi confianza, frágil de por sí.

 

5. No hay distancia corta ni oportunidad que no se precie.

-¿Por qué? –pregunté yo.

-Si es difícil una rutina diaria, el día a día ¿qué no lo será el no tenerla? Siempre hay oportunidades en esta vida, hay que saber y QUERER cogerlas.

-¿Te partió el corazón?

-Por trabajo, tu madre pasó mucho tiempo separada de mí, una relación diaria, sí, pero sin rutina que compartir, la oportunidad habita en la debilidad, y solo hay que alcanzarla para tomarla.

 

-Mama te fue infiel.

-Una de las razones por la que todo terminó. Me sorprende el cómo se toma el tema tan a la ligera en la actualidad, como si no doliera, o quizás es que la gente no se implica demasiado para que duela la infidelidad de la pareja. Quizás ya no se ama de verdad, ni se da el todo por nada a alguien, quizás esos tiempos ya pasaron. O quizás por creer en ellos…nunca pude perdonar a tu madre.

 

* Significado de los colores: El naranja oscuro puede sugerir engaño y desconfianza.