Oscuridad, mmm, que delicado momento antes de romper el alba.
Tengo tiempo; miro mi reloj; tengo tiempo.
Vaya, vaya, vaya, allí está ella. Mmm, delicada, dulce, y… ¿cansada? Apoyada en aquella esquina, esperándome de madrugada. No tiene tiempo, me lo dice su postura corporal, esa que espero modificar a lo largo de estos futuros minutos de placer.
Me ve, la veo, muevo la cabeza indicándole una dirección. No puede ver mis ojos, yo los suyos sí, no tiene tiempo, me lo dice su mirada ¿Triste? No me importa, esa faceta suya no es para mí, conmigo comparte el mundo carnal, el placer de comerse una fruta madura y saborear el jugo que resbala por nuestras barbillas.
Pido la llave de la habitación al entrar en el Hotel, no la miro, ella mira al suelo. No es su primera vez, tampoco la mía.
Mmm, su perfume me vuelve loco, deseo llegar por fin a la habitación y empezar a ser libre.
Cierra la puerta tras ella, echa un vistazo al lúgubre lugar, no le gusta, no me gusta. Pero ella me encanta.
Mi respiración se acelera cuando me acerco a ella, no puedo retirar mis ojos de sus pezones, que se perciben a través de su fina camiseta.
Ella… llora. Oh-oh. Eso no es cuenta mía, conmigo comparte el mundo carnal. ¿Acaso debería preguntarle? ¿O lo único que quiere es gozar de un buen polvo como hemos hecho estos meses?
Mmm mi amante, como me pone mi amante, esa muchacha frágil que se vuelve tigresa, me araña la vida y me escuece después cuando ya no la veo.
Finjo no darme cuenta de su pesar y la desnudo lentamente mientras le beso el cuello, ella retira su pelo para poder disfrutar de la plenitud de su piel.
No se mueve, se muerde los labios ¿para no dejarse llevar por un arrebato de llorera?
Me desabrocha, tímidamente, la camisa, y acaricia mi ombligo con sus uñas. Agarra con fuerza mi paquete y lo aprieta, eso me pone, ella lo sabe.
Con una sola mano me deshago de su sujetador, mientras que con la otra desabrocho su falda con cremallera trasera.
Se queda en bragas solo para mí.
Me empuja hacia la cama.
Se queda de pie.
Se baja las bragas.
Y yo estoy a punto de explorar.
Mmm mi amante, como me pone mi amante, me encanta mi amante, esa chica triste que me ha brindado las mejores sonrisas de mi vida, y esa mirada apesadumbrada… he recibido miradas que ruborizarían a cualquier showman.
¿Por qué llora? Bah, no te preocupes, seguro que no es nada, es más, si ella lo intenta disimular será porque no le apetece adentrarse en el motivo, mejor, así puedo yo adentrarme en ella.
Arrastra mi ropa interior a mis rodillas, liberando las ganas de hacerla mía y perdernos en el inmenso abismo.
Parece imposible pero allí estamos, los dos, yo entrando en ella, ella abriendo las puertas de su cuerpo, de su alma.
Somos un perfecto puzle, nuestras piezas encajan, me encanta hacer el amor con ella.
….
….
…
¡MIERDA! ¿He dicho “hacer el amor”? Lo que quería decir era follar, eso, sí, follar con ella.
No soporto más como se tapa la cara mientras lo hacemos, exploto, pero no de la forma deseada.
-¿Por qué lloras? –son las primeras palabras de la noche entre nosotros.
Está reacia a hablar, se para. Le aparto el pelo de la cara.
Me mira, triste, sin contener las lágrimas, se humedece los labios secos con la lengua, y hace ademan de hablar…
-Estoy… estoy enamorada de ti.
Mmm, mi amante, como me ponía.
Ahí se rompió nuestro acuerdo, nunca más volvimos a ser amantes clandestinos, rompimos la regla de oro: no enamorarse.
Opiniones sin censura